jueves, 16 de octubre de 2008

leedor.com

Pies descalzos, torsos desnudos, jugo de naranjas y trozos de bananas. Silencios que ofrecen sombra al calor de un sol abrasador, palabras que iluminan la música del devenir. Marimbas, olas y colores. Roces de cuerpos jóvenes y viejos. Delicadas observaciones, todas subrayadas por Agustina Muñoz, una joven y prometedora directora.

En El calor del cuerpo, la sutileza avanza en medio de una escenografía colorida, intensa y veraniega que transpola los sentidos hacia una playa donde habitan el relajo físico y la tensión sensual.

Ahí están: dos mujeres jóvenes tendidas en una playa, rodeadas de frutas, bajo cortinas traslúcidas de colores y frente a un inmenso mar; hablan de ideas languidecidas por el calor de un verano intenso y repentinamente lúcidas gracias a la luz del ocio playero.

Son sus charlas pausadas, flexiones corporales y reflexiones intelectuales las que inducen desde el principio, un aire de suspensión que detiene cualquier pensamiento preso de la velocidad. Por el planteo escenográfico, el lugar de la playa le corresponde a los actores y el de los espectadores, el del mar. Y cada vez que desde escena alguien pierde su mirada en el horizonte, la sumerge en el mar de espectadores que, llevados por la trama e inducidos por su ubicación, podrán sentirse sobre una especie de balsa en la que distenderse, extender sus ideas y dejarse navegar en un mar sereno que sugiere la mirada de aquellas plácidas jóvenes.

La composición es visual y dramáticamente atractiva e innovadora. Una escenografía imperdible, recrea un clima tropical que desnuda a los actores hasta mostrarlos en su faceta más carnal. Palmar –obra del artista plástico Manuel Ameztoy- cuelga desde del techo del escenario. Se trata de una escultura flexible y fluorescente que forma cortinas de tiritas que remiten a ramas de palmeras tropicales y coloridos pájaros entonando los más vivaces piares.

Sobre la arena, las mujeres aligeran su ropa para aliviar el calor. Un calor corporal que pasa desapercibido al encontrarse inmerso en un clima tropical. Y así como pasa desapercibido su propio calor, ellas hablan como si estuvieran pensando en la nada y mientras piensan en nada, parece que nada sucede, pero -sutilmente con ideas breves y pensamientos sencillos, esos que son los más difíciles de elaborar- sucede todo. La atractiva presencia masculina, -joven y mayor- despierta en ellas un juego de seducciones y planteos que en su tiempo lleno, forma parte de sus aletargadas conversaciones.

Sólo entre líneas, como entre las esterillas de una sombrilla, se filtrarán las verdaderas fuentes de calor, los verdaderos motivos de placer y la verdadera esencia de sus deseos. Lejos de la frialdad, sólo al calor de los cuerpos, se encontrará la comodidad para desnudar la más simple naturaleza y en medio de toda aquella cálida naturaleza tropical, el desafío será encontrarla.

Victoria López Zanuso

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no me gusta la palabra prometedora
a mi no me prometio nada y me gusta igual lo que hace y no estoy pensando en lo que hara en el futuro

el otro dia me preguntaba, todas las parejas se terminan?
y barbi sabiamente respondio, es una pregunta para el calor del cuerpo
asi que bueno
uds diran

Anónimo dijo...

Uf, cierto. Basta de promesas, basta de futuro.
Y eso, tambièn, quizàs,pueda ser un buen modo de responder a esa pregunta tuya, esa tremenda que no sé en qué estado te habrás hecho.
Nico! Gracias!!! por volver a ver la obra. Un placer tenerte recibiendo nuestros optimistas textos sobre el amor.